Revelación
Por Fernando Cruz Kronfly
Lo que sigue no es fácil de creer. Hace poco menos de siete años, escribí un relato corto acerca de algo que ahora no recuerdo. El tiempo es cruel. Y vino el olvido. Siete años pasó este cuarto de hoja que les estoy enviando ahora, entre billetes y monedas. Billetes impresos por mis santas tías falsificadoras, que viajaron con ellos sin trabas por los mares más lejanos, en un crucero para ancianas graciosas. En cada regreso de los mares lejanos, mis tías cantaban victoria y se iban a nadar con sus perros. Los perros perfumados de la cantina.
Hace apenas tres meses me propuse rehacer aquel cuarto de hoja, pero estaba deshecho. Invertí la noche del pasado domingo 28 de enero en armar el rompecabezas, pero ocurrió lo peor. Y tuve miedo. Algo adentro de lo informe y desaparecido hablaba. Y exclamé, lo mismo que aquel indio mexicano en la colonia española: “mi amo, los papeles escritos hablan”.
Esto me animó a seguir. En la noche siguiente, 29 de enero, tuve una iluminación: tomaría una fotografía a lo ilegible. Usaría la cámara antigua. Haría un negativo, jamás un positivo. Y esperaría la revelación.
Corrí a comprar la hidroquinona. Colgué cortinas y todo quedó a oscuras. Mi mujer me enfrentó: dijo que la copa se había desbordado. Y partió.
Sin preocuparme más de lo normal, introduje el negativo en la cubeta y pensé: “un día de estos vagaré por los bares en busca de mi mujer y la traeré. No es la primera vez”.
Al rato de haberse sumido en el recipiente comenzó a dibujarse la imagen del texto desaparecido. Intacto, completo. Idéntico al que está conmigo ahora y que, impreso, paso a remitirles bajo mi nombre y firma.
La imagen fue seleccionada por les editores del blog. Fuente: Foto de Vika Glitter en Pexels.