Profanaciones

 

Profanaciones

 

(In)contable Dispersión

 

Desde que (In)contable Dispersión comenzó a (entre)tejerse, hemos habitado este espacio como una posibilidad de respirar en medio de una asfixia que insiste, que se multiplica, que amenaza con devenir costumbre. Nos dimos a la tarea de construir un lugar para la escritura que, sin la pretensión despersonalizada de lo académico y el ensimismamiento de sus producciones calculadas, se dejara atravesar por el espíritu de la época con el cuidado de no hacer uno con ella y así problematizar nuestras propias adhesiones a lo que permance inmutable. Un espacio que permitiera la irrupción de otras voces, otras miradas, otras formas de decir lo que a menudo se deja caer en el olvido y el silencio.

Durante este tiempo, (In)contable Dispersión ha sido un ejercicio de resistencia, una tentativa constante por no ceder a la impotencia del desencanto. Inconformes, porque nuestra apuesta es apuntalarnos en la voluntad de eludir las adecuaciones de la conformidad. Hemos apostado por la escritura como una práctica política y afectiva, una trinchera que se construye en el intersticio entre la rabia y la ternura, entre el desencuentro y el deseo colectivo de lo que todavía no ha sido, pero que nos urge imaginar. La escritura ha sido tanto testimonio como operación material sobre el presente, un ejercicio que busca reorganizar los afectos, abrir nuevas preguntas y anudar otras formas de organizarnos.

Nos hemos permitido la dispersión, no como extravío, sino como una forma de reconocer la imposibilidad de abarcarlo todo, de nombrarlo todo. Hemos aprendido a cuidar esa fragilidad, a sostenerla en el texto y en la relación con otres. Nos hemos dejado afectar por las palabras de quienes han compartido sus textos, por las reflexiones que emergen de lo cotidiano y por las preguntas que insisten, que no encuentran respuesta, pero que exigen ser formuladas una y otra vez.

Nos hemos ejercitado en una crítica que, lejos del juicio, apunta al cuidado; que eludiendo encallar en lo planfetario, aspira a transformar(nos). Sobre lo que se nos presenta junto y sin fisuras, apostamos por una crítica que separa y discierne. Crítica como cribar: apartar el grano de la paja, lo esencial de lo accesorio. Cribar también como forma de dejar caer, de permitir que algo atraviese la malla fina del pensamiento sin resistencias innecesarias. Es, a la vez, una práctica de disolución y de recolección. Separar para hacer aparecer lo que persiste en el fondo, allí donde a menudo se oculta el germen de lo nuevo.

Cumplimos tres años en los que hemos aprendido a leer y a escribir nudos, a reconocer en la escritura un espacio de cuidado de sí y de los otros. La crítica, para nosotras, es una práctica que se sostiene en el riesgo de implicarnos, de decir en nombre propio, pero siempre en relación con una comunidad que lee, que escribe, que resiste. Para ello hemos hecho del decir una intervención que busca encarnar un pensar, tal como se nos ha enseñado a través de los encuentros con las voces que irrumpen y desorganizan las lógicas jerárquicas que han colonizado lo decible y lo pensable. La escritura aquí se plantea como un modo de operar fisuras, de desandar lo que se nos impone como verdad inamobible y abrir campos de enunciación que desafíen las genealogías de lo posible. Es una práctica en la que se elabora un deseo que nos desvincula de las pedagogías de la crueldad y nos impulsa hacia un pensar vivaz, errante y compartido.

También invitamos a leer desde una perspectiva que no busque respuestas inmediatas ni certezas definitivas, sino que permita abrirse a la experiencia de la lectura como un ejercicio de transformación. Leer como quien se deja afectar, como quien está dispuesta a que cada palabra resuene en su cuerpo y en su vida. Leer con la voluntad de reencontrar, en cada texto, una idea verdadera, esa que nos toma por sorpresa y nos recuerda que el pensamiento y los afectos se traman en lo múltiple, en lo que está por venir.

A quienes han compartido con nosotras este recorrido, les invitamos a insistir/existir/resistir. Juntas, continuar escribiendo, preguntando, nombrando. Sigamos dispersas y persistentes. Que este espacio continúe siendo una posibilidad, un resquicio donde habite la palabra y, con ella, el deseo inquebrantable de concebir juntas otras formas de estar en el mundo.

 


En la imagen: John Jairo Cuevas, Clara Hidalgo, John Ordoñez y Natalia Escobar.

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