Reseña de Mad Men

 

Reseña de Mad Men de Vanessa Rosales: ser la mujer que mira intensamente a los hombres que miran a las mujeres

 

Por Natalia Escobar Váquiro

Este libro es un análisis, es decir un mirar intensamente, como dice Vanessa, acerca de una obra maestra. Sin embargo, también se trata de una excusa para hablar sobre el patriarcado, la masculinidad, la heterosexualidad, el deseo, el amor y, en especial, para advertir en los hombres los modos de aferrarse a limitadas opciones de ser, prisioneros de los mandatos de las viejas masculinidades, del «como debe ser».

La autora ha visto la serie, como ella misma lo dice, la escandalosa cifra de cinco veces. En mi caso, confieso que la he visto casi la misma cantidad de veces, pero lo más escandaloso de esta confesión, debo (o debemos) admitirlo, son las veces que aún nos falta por verla.

Al leer el libro de Vanessa coincido en su referencia a la serie Mad Men como una obra de arte y, por tanto, su merecimiento de libros, reseñas, capítulos que se ocupen de abordarla desde diversos tópicos: la publicidad como instrumento para hacernos desear, las mujeres como un objeto que desea ser deseado y que experimentan como su único deseo, las luchas sociales y raciales, el consumo de cigarrillos y de alimentos ultraprocesados como el estándar de vida deseable, la moda de las mujeres que cambia y de los hombres que casi pareciera intacta, el color y la forma de los carros, la música, el consumo de drogas, el hedonismo, el placer de los hombres, el placer y sobre todo el displacer de las mujeres, la crianza de las hijas, y el mal que no tiene nombre de Betty Friedan.

En el caso del trabajo de Vanessa, ordena su libro en tres partes:

La mujer que mira intensamente Mad Men, es la primera parte. En esta primera parte Vanessa recorre las diferentes edades en las que ha visto la serie. Y es que no es lo mismo ver una serie cuando se tiene 20’s que transitando los 30’s; son otros los desamores recorridos, y por eso son otros los ojos que miran intensamente. Se da cuenta que es una mujer que escribe sobre los hombres que miran a las mujeres (y que es una mujer, como todas nosotras, que es percibida por esos hombres sin agencia, sin deseo), tal y como lo refleja la escena que nos retrata con Don y Roger: Don le pregunta: «¿Qué quieren las mujeres» a lo que contesta Roger: «¡¿A quién le importa?!» o como en la frase de Gornick, que consigna la autora en el libro: «En la mente de él, las personas con las que puede identificarse son otros hombres, que son como él, y luego están las mujeres, que ya no son capaces de aportar consuelo ante la abrumadora fuerza de la vida». Pero también se encuentra con que su deseo, y espero estar interpretándola bien, es que la miren y vean en ella lo que en ella se torna trascendente; a partir de esta lectura este también se ha tornado en mi deseo.

En esta primera parte se ponen en tensión las formas de la clasificación del deseo. Como se ha hecho común, el deseo heterosexual se nos impone como la norma. Y como toda norma está puesta ahí para que tengamos el deseo de romperla, de transformarla, de hacerla amplia. Ser heterosexual no es hacer parte de esa amalgama de gente que desea igual, tal y como se lo dijo a la autora alguna de sus exparejas: «you’re sexually straight but socially queer». Este trasegar por los mecanismos del deseo, apunta a poner en juego lo que implica querer ser mirada y deseada como una persona y no solo como lo que se ha naturalizado bajo la idea de ser mujer. Es ahí donde Vanessa nos recuerda la frase de Gloria Steinem: «lo que ha sido erotizado por los sistemas predominantemente masculinos ha sido la dominación y la pasividad, necesitamos erotizar la igualdad».

La segunda parte se llama: Don Daprer: el problemático amor. En esta segunda parte se nos presenta un recorrido por las ataduras que el patriarcado impone a los hombres, porque los hombres también deben cumplir con mandatos; y claro que sufren, claro que pierden. Los hombres como Don Draper, los que quieren ser como Don Draper, los que desean a Don Draper o su figura, suelen tener conductas autodestructivas: consumen licor mucho más de lo que sus cuerpos toleran, fuman, consumen drogas, no crean relaciones duraderas e igualitarias con mujeres porque no las consideran sus iguales, se casan y se divorcian para inmediatamente casarse con mujeres más jóvenes que no llenan sus expectativas porque en realidad solo pueden ser capaces de amarse entre ellos (a veces aman a alguna Peggy Olson, pero son incapaces de forjar cualquier tipo de relación con ellas, y a veces aprecian a alguna Joan Harris, pero no son capaces de amar a ninguna Betty Draper o a ninguna Megan Draper, por más jóvenes y bellas que sean). Este sufrimiento patriarcal Vanessa lo resume en una frase: «ser ese tipo de hombre es verse ante el mandato de tener que saberlo todo, de tener respuestas siempre, de operar de modos acotados».

En la última parte llamada postales de estética en movimiento: estilos, modas y libertades. Se nos ofrece una profunda reflexión sobre la estética de la serie, que es en últimas la estética de la época. Y desde el inicio de libro nos dice: «cada época es una amalgama de invenciones aceptables» y es en la forma en la que aceptamos y adaptamos las prendas y los colores en donde también se ponen en juego las formas de la feminidad y la masculinidad aceptadas por cada sociedad en cada tiempo-histórico. Hay allí una idea relevante que quisiera destacar y es la de que los hombres con sus monocromáticos colores se han hecho dueños del mundo de lo serio, de lo laboral, de lo cívico, es decir, de lo respetable, o como se lo indica en libro «los trajes, que recuerdan que los caballeros no se ornamentan precisamente en aras de su función ‘verdadera’: actuar». Mientras que a las mujeres se nos ha asignado el hábito del adorno, y con ello, lo que en la moda significa atraso, lo menos valioso, lo menos cool, y si como sostiene Vanessa: «enamorarse es el reconocimiento de lo cool», difícilmente encontraremos para nosotras una mirada de un hombre que nos mire tan intensamente.

No me resta más que recomendarles este provocativo y puntilloso ensayo con el que se van a divertir, y donde seguramente entrarán en tensión los deberes que se nos imponen a hombres y mujeres. Y por supuesto, recomendarles Mad Men que es una verdadera obra de arte.

 


 La imagen fue seleccionada por les editores del blog.

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