Entrevista a Gabriel Boric

 

 Entrevista a Gabriel Boric[1]

 

Por Ricardo Camargo[2], Revista Debates y Combates

Esta entrevista tuvo lugar el 14 de diciembre 2011 en Santiago de Chile, a los pocos días de que el entrevistado hubiera sido electo como presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Gabriel Boric ha sido uno de los protagonistas centrales de la llamada “revolución estudiantil chilena” de 2011.

 

Ricardo: tú has resultado electo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, en una contienda compleja, como tú nos contarás, con la líder más conocida del movimiento, Camila Vallejo. Mi primera pregunta es para saber cuál es la alternativa política que tú representas. Yo sé que eres parte del movimiento autonomista, pero, en primer lugar, ¿cómo podrías ubicar ese movimiento dentro del eje más tradicional izquierda-centro-derecha y, fundamentalmente, dentro de los lineamientos político-ideológicos que se dan en Latinoamérica hoy día, para que el público lector de esta revista te pueda conocer?

Gabriel: efectivamente soy del movimiento autonomista. Venimos de lo que fue la experiencia de la SurDa a mediados de los años noventa, que hoy en día tiene una expresión principalmente universitaria, pero además con redes en diferentes sectores del mundo social. Nos sentimos parte de una tradición de izquierda, aunque consideramos que somos muy críticos de lo que se conoce como la izquierda tradicional. Creemos que hay que hacer una profunda autocrítica de lo que fueron los socialismos reales; creemos que estos no lograron fundar el mundo nuevo que alguna vez se imaginamos, y que por lo tanto no podemos caer en repetir sus viejas prácticas. Aquí no se trata solamente de los errores materiales en los que incurrió la izquierda sino además de las prácticas políticas que tuvieron. En ese sentido, nosotros miramos con mucho interés lo que ha sido el desarrollo de la izquierda latinoamericana, quizás más que mirar hacia Europa. Creemos que en Chile lo que ha sucedido es que, tras la caída del Muro, la izquierda no ha sabido repensarse a sí misma, se ha visto un poco estancada en esta carga de derrota con la que ha quedado y no ha sido capaz de ensanchar los marcos de la política tradicional. Para nosotros, es importante; nosotros actuamos desde lo social pero le queremos dar una vinculación política también. En ese sentido, tenemos una frase que puede sonar cliché pero que para nosotros tiene mucho sentido, que es: politizar lo social y socializar lo político. Creemos que estos dos elementos de la práctica no pueden estar disociados, como pretende hacerlo, quizás, el estado de normalidad que han pretendido imponernos desde la izquierda más conservadora. Creemos que no tenemos un manual de acción, vamos avanzando a medida que caminamos. Para nosotros es muy importante el poder tener un diálogo permanente con nuestros compañeros; no creemos en el centralismo democrático, sino en tratar de actuar con la mayor horizontalidad posible, entendiendo que esto no quita la necesidad de que en la práctica política uno necesita tener ciertas orgánicas y ciertas responsabilidades.


Creemos que el neoliberalismo no es el último estadio de la evolución humana y no creemos en un capitalismo con rostro humano. Apuntamos a cambiar ese sistema; sabemos que eso no se logra de la noche a la mañana, pero no hemos renunciado a nuestra convicción revolucionaria.


Ricardo: déjame profundizar un poco este tema antes de ir al tema estudiantil. Tú hablas de una suerte de revisión…

Gabriel: sí, me gustaría aclararlo. El hecho de que hagamos una autocrítica o una crítica a lo que fueron los socialismos reales no significa que nos convirtamos en una izquierda renovada que deja de creer en otro mundo posible. Eso es muy importante. Acá las izquierdas que se renovaron, por lo menos en Chile a fines de los años ochenta, abandonaron la convicción de cambiar este país y el mundo en general. Abandonaron su convicción revolucionaria. Nosotros eso lo tenemos muy presente. Creemos que el neoliberalismo no es el último estadio de la evolución humana y no creemos en un capitalismo con rostro humano. Creemos que el capitalismo en cualquiera de sus facetas es, al final del día, sinónimo de explotación. Por lo tanto, apuntamos a cambiar ese sistema; sabemos que eso no se logra de la noche a la mañana, pero no hemos renunciado a nuestra convicción revolucionaria.

Ricardo: desde la perspectiva latinoamericana, la experiencia chilena primero se observó como una experiencia que apuntaba a salir de los amarres que había dejado la dictadura, y en sus inicios la Concertación fue vista como una alternativa en esa dirección y por lo tanto fue considerada con mucha simpatía. Posteriormente se puso en evidencia que el proyecto de la Concertación tenía muchas limitaciones, y se inscribía incluso en un modelo que uno podría hoy describir como neoliberal. Ahora, tú hablas desde la izquierda. ¿Cuál es la izquierda a la que te refieres? Porque probablemente la izquierda que más se conoce también en Latinoamérica es la que representa el Partido Comunista, de la cual, por ejemplo, Camila Vallejo es una representante. Tú hablas de construir una nueva alternativa política desde la izquierda. ¿Esa es una alternativa política que ya está construida o que está en construcción? Cuéntame cómo dibujarla.

Gabriel: claramente es un proyecto político que está en construcción. Nosotros tenemos que ser capaces de avanzar más allá de los márgenes tradicionales de la izquierda. Acá, como nosotros decimos, no podemos seguir haciendo política para los mismos convencidos de siempre, porque así jamás vamos a lograr una mayoría. El tema es que hoy, para lograr construir nuevas mayorías en Chile, esas iniciativas no pueden nacer desde lo que hoy en día existe, porque lo que hoy en día existe está profundamente viciado. Cualquier iniciativa de refundación que nazca desde la Concertación, nace muerta. Hoy en día, la misma Concertación se esconde; se esconde de ella misma. Es cosa de ver en las campañas electorales cómo los candidatos esconden su militancia y no dicen de qué partido provienen; y es cosa de ver cómo los partidos políticos y las instituciones hoy en día están profundamente desprestigiados; sin embargo, lo que ha sucedido este año ha demostrado que la gente ha vuelto a creer en la acción colectiva, en la política como herramienta para transformar la realidad. Eso es lo que a nosotros nos motiva. Y yo me imagino que si uno va a preguntarle a toda esa gente ¿tú eres de izquierda? quizás no sepan responder o te digan que no. Pero el tema es que hoy día hay una sensación de inconformidad con el modelo que se ha instalado en Chile, que es un modelo de mucha exclusión, un modelo donde las decisiones son tomadas entre muy poca gente y nosotros queremos convocar a todo ese malestar y darle una construcción política; no pretendemos suplantarlo.

Ricardo: hay una reflexión que le he escuchado a Ernesto Laclau, que ha debatido esto con Álvaro García Linera y otros líderes actuales de Latinoamérica; él ha dicho que hay una tendencia, en algunas reconstrucciones políticas extendidas por Latinoamérica, a simplemente privilegiar la movilización social, lo que él llama “jacobinismo” y otras que tienden a privilegiar la mera institucionalización sin organización o movilización social, lo que él llama simplemente la “burocratización política”.

Gabriel: ¿tú dices que eso lo dice Laclau?

Ricardo: lo dice Laclau. Y da como ejemplo de esta segunda vertiente, precisamente la experiencia de la Concertación en Chile, que es una institucionalización de una fórmula política o de una alternativa política, pero con escasa fuerza o movilización, o sujeto social constituido. Entiendo lo que tú dices y mi pregunta es cómo no leerle desde el anarquismo, desde una visión anarquista; eventualmente, algunos podrían pensar que lo que tú planteas es un anarquismo. Por lo tanto, no sé cómo te posiciones entre estas dos vertientes entre movilización social e institucionalización.

Gabriel: aprovechando que mencionas a García Linera, nosotros vemos con mucho interés la experiencia boliviana en la que, a partir de una movilización social, los movimientos sociales logran constituirse como un movimiento con vocación de poder que no es lo mismo que ambición de poder y logran copar la institucionalidad y refundar el Estado. Nosotros tenemos una apuesta de esas características. A partir de la movilización social, a partir de todos los sectores que han sido excluidos de la vida democrática en este país, lograr llegar a las instituciones, cambiarlas. Ahora, nosotros tenemos dudas acerca de si eso se puede hacer por dentro, porque el gran problema que tiene Chile es que tiene un aparataje institucional que está lleno de trabas; está hecho para que no pueda ser cambiado; es una estructura institucional que solo puede haber sido creada en un contexto autoritario; en un contexto de deliberación jamás se hubiese llegado a la Constitución de 1980, que hoy día tenemos, porque tiene una serie de cierres. Yo lo mencionaba el otro día: tenemos una ley de sistema de partidos políticos que pone barreras de entrada gigantes a la constitución de nuevos actores; tenemos un sistema binominal que subsidia a una pequeña minoría, que en este caso ha sido históricamente la derecha, pero que ahora puede ser la Concertación, digamos que le da poder de veto; tenemos en el Congreso leyes de quórum contramayoritario que impiden que cualquier discusión relevante pueda ser tomada por la mayoría, y finalmente, por si algo llegara a colarse dentro de todo este aparataje institucional, tenemos un Tribunal Constitucional que puede revocar las decisiones tomadas en el Parlamente. Entonces, Chile está diseñado para excluir, la institucionalidad chilena está diseñada para excluir a las mayorías de la participación política. Nosotros no tenemos una respuesta clara en estos momentos. Sabemos que eso está mal, sabemos que queremos cambiarlo, pero se tiene que abrir un debate dentro de la izquierda sobre cómo cambiarlo. Nosotros no queremos solo la vía electoral, porque la vía electoral ha demostrado hoy en día que te atrapa y que no permite cambios del carácter revolucionario que nosotros queremos. Entonces, hay que saber compatibilizar, nosotros no queremos caer en esto que tú decías del jacobinismo que es solamente movimiento social que después termina delegando en las instituciones políticas las transformaciones que queremos realizar, tampoco queremos volcarnos hacia las instituciones que no tienen ningún tipo de representación real en la ciudadanía.


Hay un despojo de la derrota y un despojo del miedo por parte de esta generación. Yo creo que eso es muy importante para librarnos de las amarras que impiden movilizarnos sin temor, para librarnos de la idea de que acá se acaba el país con cada movilización.


Ricardo: Gabriel, déjame preguntarte respecto del tema del movimiento estudiantil. Tú fuiste recientemente electo como presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Cuéntanos un poco cuáles son los orígenes y el carácter de este movimiento; y no me refiero a los orígenes cronológicos, sino a cuál es a tu juicio la causa más profunda que hace que un movimiento estudiantil en Chile se convierta en el movimiento social más masivo de, probablemente, los últimos veinte años, y que de alguna manera haya despertado tanta energía, tanta masividad como la hemos visto en marchas multitudinarias en la Alameda, en la avenida central de Chile. ¿Qué explica finalmente el origen y el carácter que tiene este movimiento?

Gabriel: en primer lugar, yo creo que hay un tema generacional involucrado: la mayoría de la gente que se ha movilizado fue la misma gente que se movilizó en el año 2006, en lo que se conoció como la Revolución de los Pingüinos; es una generación que no carga de partida con el trauma de la dictadura, pero además no le otorga agencia al chantaje moral de “no se movilicen contra nosotros que peleamos contra la dictadura” que durante mucho tiempo hizo la Concertación. En ese sentido, hay un despojo del miedo; hay un despojo de la derrota y un despojo del miedo por parte de esta generación. Yo creo que eso es muy importante para librarnos de las amarras que impiden movilizarnos sin temor, para librarnos de la idea de que acá se acaba el país con cada movilización. En segundo lugar, la transición a la democracia en Chile fue terminada muchas veces por los analistas políticos, los politólogos, columnistas, opinólogos, etc. La terminaron con, yo creo que esto lo he mencionado antes, el informe Rettig; la terminaron cuando llega Lagos al poder, primer socialista; la terminaron con las reformas constitucionales del año 2005; la terminaron con la llegada de Michelle Bachelet al poder. Pero yo creo que lo que caracterizó la transición en Chile fue la exclusión de las mayorías de la toma de decisiones en este país y eso tenía su correlato en que la gente lo asumía con un poco de resignación, porque en Chile hubo como una deconstrucción muy importante del tejido social, y la gente digamos, dejaba que las instituciones funcionaran porque las instituciones no tenían ningún sentido; o sea, no había relación entre ciudadano y política. Nosotros creemos que este año eso se terminó. Se terminó por muchas causas. Yo creo que en la movilización que hubo en el año 2006, como estudiantes aprendimos que no podíamos seguir confiando en la institucionalidad tal cual estaba, no podíamos seguir delegando nuestra base de cambio en una clase política que al final del día solamente reproducía para ellos mismos, y que era mantener el statu quo. Por lo tanto, lo que se ha expresado en las calles este año es una suerte de emancipación política, creo yo. Que es decir: hoy día, participar es decidir, no solamente plantear temas. Y bueno, tú ves cómo los resabios de los sectores más conservadores de la élite chilena te dicen: “ok, los estudiantes tienen razón, plantearon el punto, déjennos a nosotros resolverlo”. Nosotros ahora decimos no. No, no estamos dispuestos a eso. Otros líderes estudiantiles, el Francisco Figueroa por ejemplo (vicepresidente saliente de la FECH), han dicho: “hemos llegado para quedarnos”. Esto no tiene que ver con una pataleta estacionaria, sino con que hoy en día queremos hacernos cargo también de las soluciones. Yo creo que eso, el ánimo de no delegar, caracteriza un poco a este movimiento.

Ricardo: ¿y qué hay en el tema de la educación, en cuanto a la demanda específica, que pudiera estar gatillando algo más profundo en la sociedad chilena? Yo sé que ustedes y Francisco Figueroa han planteado mucho el discurso de que la educación es hoy en día un bien estratégico no solamente de la sociedad chilena, sino probablemente de la sociedad de la información, del tipo de capitalismo que vivimos. Toni Negri por ejemplo, tiene una reflexión en torno a este tema, en torno a la idea de lo común y la importancia por lo tanto del trabajo cognitivo, donde la educación es vital. ¿Tú ves allí una relación que pudiera de alguna manera también explicar lo que gatilla el conflicto de la educación en Chile?

Gabriel: sí, sin duda. Bueno, Chile es un país profundamente inequitativo, donde la educación es una de las causas principales de esta suerte de segregación por gueto que existe. Nosotros creemos que a partir de cambios radicales en la educación esto se puede apuntar a mejorar. Ahora, nosotros nos hemos dado cuenta este año de que es imposible cambiar la educación solamente peleando por la educación. Y por esta razón, lo hemos dicho, es que tenemos que pasar de una pelea gremial a una pelea de carácter político y por lo tanto apuntar directamente hacia las instituciones y hacia el sistema político-económico que gobierna este país. Ahora, lo que tú dices es cierto, nosotros vemos a la educación, o al conocimiento más bien, como el cobre del siglo XXI. Nosotros vemos que hoy en día el sistema productivo chileno está sustentado en base a exportaciones de materia primera con muy poco valor agregado y que al final del día terminamos comprándoles las mismas cosas que exportamos, pero manufacturadas, a otros países con un costo mucho mayor. Para nosotros, en la educación se juega le modelo de desarrollo de este país. Creemos que, a partir de allí, hay que explorar cómo, no quiero hablar del desarrollismo propiamente tal, pero a partir de un fomento de la educación, con una hegemonía pública podemos cambiar el sistema productivo que hoy tenemos en Chile, y en el fondo otorgarle no más competitividad, sino mayor valor a las riquezas que producimos, y de esta manera cambiar el sistema primario exportador que tenemos por uno en el que se fortalezca nuestra industria y se fortalezca a la clase trabajadora. Que no seamos solamente empleados de empresas internacionales. Yo sé que esto suena un poco difuso, pero hoy día, nosotros vemos a la educación como un elemento central en la pelea por cambiar el modelo de desarrollo que tenemos en este país.

 

 

Ricardo: Gabriel, mis últimas dos preguntas son respecto de las elecciones recientes de la FECH. Fuera de Chile, y probablemente también dentro de Chile, causó mucho impacto que Camila Vallejo, que es reconocida hoy en día internacionalmente como una de las caras visibles del movimiento estudiantil, que tú has dicho, ha sido muy masivo, haya perdido las elecciones precisamente frente a ti, digamos, que eres una opción menos conocida para el resto del mundo. Primero, ¿cómo ves ese efecto en el movimiento estudiantil? ¿Hay efectivamente una derrota del movimiento estudiantil? Y, en segundo lugar, ¿cómo planteas tú estos elementos que existen en la política que no hay que desconocer que son los rostros, las empatías?; evidentemente no es solamente eso la política, no es personalismo solamente. ¿Cómo lo plantearías tú para beneficio del movimiento? ¿Cómo pretendes trabajar con Camila Vallejo?

Gabriel: quiero descartar categóricamente que esto sea una derrota del movimiento estudiantil. Acá en la federación de estudiantes, más del 80% de quienes votaron les dieron su confianza a proyectos de izquierda; proyectos que quieren continuar con la movilización; proyectos que pueden tener diferencias de carácter político, pero que entienden que los adversarios hoy en día, como he dicho en otras partes, no están dentro del movimiento estudiantil, no están dentro de la universidad, sino que están en el gobierno. Por lo tanto, más allá de las diferencias que podamos tener con el Partido Comunista, nosotros entendemos que tenemos que avanzar en unidad, unidad desde la diferencia. Y con Camila, no me cabe ninguna duda que vamos a poder trabajar codo a codo, y yo aprender mucho también del liderazgo y de la gran experiencia que ella ha adquirido durante todo este año. Yo valoro mucho la labor que realizaron los dirigentes que me preceden. Creo que, bueno, yo tengo que darme a conocer todavía. Entiendo el ruido que genera que la cara más visible del movimiento haya sido derrotada, pero yo le quiero dar a la gente la tranquilidad de que con Camila vamos a trabajar codo a codo, y que nos den la oportunidad de demostrar cuáles son nuestras ideas en esto y cuál es nuestra lucha, porque acá como tú bien sabes, tanto los errores como los aciertos de la movilización no se juegan en una sola persona. Nosotros, no solamente yo sino Noam Titelman, actual presidente de la FEUC, quien salga electo presidente de la USACH, los presidentes de las universidades regionales y los secundarios también, tenemos que ser capaces, como nuevos líderes, de volver a convocar a la ciudadanía, que es el gran capital, el gran activo de este movimiento. El gran activo del movimiento estudiantil no es solamente que convocó a los estudiantes, sino que hizo sentido en las familias chilenas, y para eso no me cabe ninguna duda de que vamos a contar con el apoyo de nuestros predecesores.


Llamamos a los compañeros de Latinoamérica que estén leyendo esta entrevista, a que logremos unificar fuerzas y avanzar, de partida, por hacer una integración de las luchas sociales en América Latina. Mi llamado es a todos los sectores sociales a volver a organizarse. A los trabajadores a sindicalizarse, a los profesores a colegiarse, a los estudiantes a federarse. Y a todo quien esté leyendo esto, que volvamos a creer en la acción colectiva como herramienta de transformación de la realidad.


Ricardo: mi última pregunta va orientada hacia el resto de Latinoamérica, donde se va a leer esta revista. ¿Cómo podrías tratar de explicar la lucha que ustedes han dado aquí en Chile, la lucha ya de más de seis meses del movimiento estudiantil que ha sido muy masiva y probablemente se conoce parceladamente en el resto del mundo y de Latinoamérica, con también otros procesos emancipatorios, probablemente alguno de ellos más consolidados que se vivieron y se han dado en Latinoamérica, procesos constituyentes como el que tú has mencionado, Bolivia, luego el caso de la Argentina, etcétera? ¿Cómo ves un entronque ahí con algo nuevo que esté surgiendo en Latinoamérica? Y si es así ¿por qué?

Gabriel: de partida, los movimientos estudiantiles están sucediendo en Latinoamérica y no solamente en Chile, Camila Vallejo tuvo la oportunidad de viajar a Brasil en donde se reunió con la federación de estudiantes universitarios brasileños. Sabemos que en Colombia se está desarrollando un movimiento parecido; en Puerto Rico también. Y en ese sentido, creo que nosotros tenemos mucho que aprender de las diversas experiencias. Ahora, lo que a nosotros nos importa también es pensar en cómo a partir de estos movimientos nosotros logramos ampliarnos a otros sectores sociales y logramos apostar también a hacer una refundación de los Estados. Porque esto no es solamente una pelea por la calidad de la educación, sino más bien por el carácter de la democracia que tenemos. En Chile tenemos una democracia profundamente antipopular, que está diseñada como te decía antes para excluir a las grandes mayorías de la toma de decisiones. En ese sentido, nosotros tenemos mucho que aprender de la experiencia de Ecuador, de Bolivia, de la Argentina, de Uruguay, también de la experiencia brasileña. Nosotros miramos con interés todo eso y esperamos poder tener conversaciones con referentes de allá para que nos cuenten también y nosotros poder contarles cuál es nuestro proceso. Yo creo que nosotros, en cuanto a articulación de movimientos sociales estamos atrasados en América Latina. En Chile, la clase política y la élite gobernante más bien se dedicaron a mantener contenida cualquier demanda social durante los últimos veinte y tantos años, desde el triunfo del No, digamos. Entonces no ha habido una emergencia de los actores sociales que irrumpa en la vida política, como sí ha sucedido en la Argentina, como sí ha sucedido en Ecuador, en Bolivia, en Venezuela, en Uruguay. O sea, a nosotros nos parece que es muy importante aprender de esos procesos, aprender de sus derrotas también. Y en ese sentido, nosotros llamamos a los compañeros de Latinoamérica que estén leyendo esta entrevista, a que logremos unificar fuerzas y avanzar, de partida, por hacer una integración de las luchas sociales en América Latina, porque finalmente, los adversarios tal como en Chile, no están dentro del movimiento estudiantil sino en el gobierno; en América Latina no están entre países hermanos, sino en las élites gobernantes que han oprimido durante años, durante cientos de años, a los pueblos de América. Entonces, la pregunta es cómo vamos articulando estos movimientos sociales, cómo vamos uniendo estas luchas, cómo vamos haciendo de todas esas luchas separadas una misma pelea, una misma lucha, y en el fondo, lograr refundar los países en donde estamos, desde una perspectiva de integración y no desde una perspectiva nacionalista, que eso también nos interesa mucho recalcar. Hoy día en Chile nos gustaría conocer más de la realidad en otros países de Latinoamérica. En Chile estamos en un proceso de reconstitución del tejido social que fue destruido durante la dictadura y mantenido en descomposición durante la Concertación. Entonces, mi llamado es a todos los sectores sociales a volver a organizarse. A los trabajadores a sindicalizarse, a los profesores a colegiarse, a los estudiantes a federarse. Y a todo quien esté leyendo esto, que volvamos a creer en la acción colectiva como herramienta de transformación de la realidad. Hoy en día hemos demostrado que se puede, podemos instalar temas, pero ya no solamente poner temas en el tapete, sino que también tenemos que hacernos cargo de sus soluciones.

 


[1] Actual presidente de la República de Chile, elegido para el período 2022-2026.

[2] Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Sheffield, Inglaterra. Profesor invitado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Esta entrevista fue publicada en la Revista Debates y combates, Conversaciones políticas, N°2, año 2, marzo – abril de 2012.

Nota editorial: extendemos nuestro agradecimiento a la Revista Debates y Combates y a la Cátedra Abierta Ernesto Laclau de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Buenos Aires, en especial a su coordinadora Paula Biglieri, su enorme generosidad nos permitió acceder a esta entrevista realizada a Gabriel Boric y publicada en el año 2012 en el No. 2 de dicha revista.

Los fragmentos resaltados y las imágenes son responsabilidad de les editores del blog; fuentes: la tercera.com; bbc.com; forbes.com.mx; nuso.org

 

 

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