Una historia imaginaria
Por Natalia Escobar Váquiro
Esta es una historia imaginaria. Lo que la hace más imaginaria es que la organización de la que hablo NO existe; esto lo repiten muchos seres hasta el cansancio, aunque los que más lo repiten son los que hacen parte de ella.
En este mundo imaginario los seres se dividieron en dos: los rosados y los azules. Y aunque en este mundo había seres de todos los colores a todos se les obligó, y ellos mismos se obligaron, a pertenecer a uno de los dos grupos. A cada ser rosado desde chiquito se le dijo que lo más importante era que tuviera un rosado en su vida y a cada azul le dijeron que los rosados eran importantes y eventualmente iban a vivir con un rosado al lado —esto último como un mandato obligatorio—, pero que el dinero era lo más importante. En este mundo también se crearon trabajos, unos para rosados y otros para azules. Al inicio de esta división las cosas parecían funcionar bien (o más bien los rosados nunca se quejaron porque eso fue lo que les enseñaron; hoy en día los rosados más viejos nos dicen: no era paz, era silencio). Con el tiempo los rosados vieron que por sus trabajos les pagaban menos o no les pagaban nada y casi siempre estaban recibiendo órdenes de los azules —y no solo órdenes, también violencia— por lo que empezaron a exigir igualdad de trato, y aunque los azules cedían de a poco, aun hoy la gran mayoría de los rosados solo reciben migajas.
Esta historia imaginaria tiene lugar en un auditorio, aunque empezó hace como dos décadas en un bar. Se reunieron unos azules y crearon un grupo o más bien oficializaron un grupo que ya existía (aunque nunca va a existir (¿?)). Este grupo pensaba los problemas de una profesión que empezó siendo de azules, sobre todo porque a los rosados no se les permitía ir a la universidad a aprender ninguna profesión, pero con el tiempo muchos rosados empezaron a estudiar y posteriormente a ejercer, y aunque los azules pusieron mucha resistencia a la entrada de los rosados a esta profesión, y a todas las profesiones, no les quedó más opción que recibirlos por todas las presiones de los rosados.
Este grupo como no existe no tiene nombre, pero para efectos de esta historia imaginaria se va a llamar Colectivo Imaginario Normativo Confortable Oficial (CINCO). Este mundo imaginario tenía muchas desigualdades entre sus habitantes y el CINCO movilizaba todos sus esfuerzos en visibilizar desigualdades y proponer formas en que su profesión pudiera aportar a la disminución de esas desigualdades; aunque eso sí, nunca se discutía la desigualdad entre azules y rosados, especialmente porque muchos azules negaban que existiera tal desigualdad o aducían que esa desigualdad es natural.
En este colectivo, como era de esperarse, no había rosados. Durante mucho tiempo algunos rosados presionaron, aunque siempre de manera individual, para que se les incluyera en este grupo y muchos fracasaron.
Con el paso del tiempo en este mundo imaginario expresarse a favor de desigualdades entre rosados y azules se ha vuelto inaceptable, pero solo expresarse porque como ya lo dije, los rosados siguen recibiendo migajas y la mayor parte de su trabajo sigue siendo muy precario o gratuito.
Estos seres azules del CINCO con los años consiguieron trabajos en instituciones reconocidas y promovieron la entrada de otros azules, aun cuando la mayoría de los seres que estudiaban esa profesión eran rosados. Y los azules (incluso estos que están en contra de toda desigualdad (¿?)) preferían contratar a los rosados como asistentes para sus trabajos y cuando llegaba el momento de una oportunidad laboral del mismo estatus de los azules preferían promover a otro azul. Una de las formas que más utilizaban para marcar su superioridad frente a los rosados es que siempre les decían las rosaditas y cuando tenían sus reuniones, formales e informales, como esa primera en el bar (cuando crearon el grupo que ya estaba creado, pero que no existe, como nada de esta historia) los rosados debían asegurarse que los azules estuvieran bien, tuvieran de comer y todas sus necesidades estuvieran satisfechas de lo contrario podían correr el riesgo de no ser más los asistentes de los azules; aunque esto no fuera trabajo (¿o sí?).
Muchos rosados con el tiempo se fueron cansando de esperar que se les tratara con igualdad y buscaron cambiar sus profesiones. Algunos prefirieron estudiar otras profesiones y terminaron viviendo lejos de los miembros del grupo imaginario, otros prefirieron trabajar en otras industrias o simplemente se alejaron de los azules porque entendieron que nunca iban a lograr que los azules los vieran con igualdad. El problema es que los azules siguen reproduciendo este mismo comportamiento con los rosados jóvenes, aunque de alguna manera saben que se va a caer y a veces tienen miedo, pero nunca lo dicen en público.
Pero volvamos al auditorio. Un día los azules deciden que deben hablar de cómo fue creado y cómo ha ido cambiando el CINCO (aunque no se dan cuenta de que, si tomaran una foto de hace diez años y una foto de hoy, la única diferencia sería algo más de calvicie en su cabeza azul y un par de arrugas en sus rostros), así que hacen un gran foro para contarles a azules jóvenes y rosados la historia del grupo. Y aunque parecía que esto lo hacían para ampliar el grupo y tener más integrantes de todos los colores, todes saben que jamás serán admitidos en este Colectivo imaginario; aunque tranquilos amigos coloridos, este grupo NO existe.
El grupo de azules diseña en este evento una sala para conversar entre amigos (¿azules?). En esta conversación muestran sus fotos de los primeros días del CINCO y cuentan todas sus hazañas en su lucha contra todas las desigualdades (excepto, pues ya saben, la lucha contra la desigualdad entre rosados y azules). Hacen un recorrido muy conmovedor, incluso se ven sollozar algunos azules que están en el público. Después de unas tres horas de contar su historia permiten al público hacer preguntas. Preguntan sobre la desigualdad entre seres adinerados y no adinerados y los azules desde su plataforma son vehementes en denunciar y proclamarse en contra con discursos muy elocuentes. Y después de muchas preguntas en este mismo tono, un rosado pregunta sobre por qué sigue persistiendo la desigualdad entre rosados y azules, y por qué en el Colectivo imaginario solo hay un rosado y ese rosado nunca ha tenido poder de decisión sobre las acciones del grupo, y si estaban pensando incluir más rosados en el grupo entendiendo que en la profesión hay más rosados que azules.
Los azules entraron en un estado de conmoción inicial y luego cada uno fue ensayando respuestas. Las respuestas podríamos dividirlas así:
- Los rosados tienen la culpa: Este es un argumento muy usado por los azules más poderosos (digamos que realmente poderosos, no como los del colectivo imaginario que son más bien unos críticos de las desigualdades y no están a favor de ninguna—obviamente, excepto la desigualdad que sabemos—). Los azules del colectivo imaginario dijeron a los seres del auditorio que los rosados nunca habían tenido ni ganas, ni fuerza para hacer parte de este colectivo. Aunque sí tenían la fuerza para cometer delitos igual que los azules que ejercían esta profesión. Hasta contaron un chiste muy gracioso sobre que los azules de este grupo que visitan en la cárcel a los rosados que habían cometido crímenes de la profesión nunca tendrían sexo con los rosados criminales (¿nos reímos mucho?).
- El rosado del público que preguntó no debería hacer esa pregunta porque fragmenta la lucha contra las desigualdades: Una receta que han ensayado muchas veces los movimientos de azules que están contra las desigualdades —excepto una— es que hay desigualdades muy importantes y desigualdades poco importantes. Y por supuesto una desigualdad poco importante es la desigualdad entre azules y rosados, especialmente porque pues, es obvio, no les afecta a los azules, incluso se benefician de esta desigualdad y hasta dicen que es natural, aun cuando miles de estudios han demostrado que no es así, que es una desigualdad construida socialmente. La mayoría de azules siempre han tenido a los rosados en casa haciendo trabajo doméstico precario o no remunerado y en los espacios laborales haciendo el trabajo precario que ellos no quieren hacer.
- A los rosados les falta educarse más, aun no tienen el nivel, pero ya lo van logrando; tal vez en unos años sean casi tan inteligentes: durante siglos a los rosados no se les permitió el ingreso a la educación, y mucho menos ejercer carreras profesionales, pero una vez los rosados con sus luchas lograron entrar al espacio público en pocos años obtienen mayores niveles educativos en promedio que los azules. Y esta profesión del Colectivo imaginario también hace parte de este fenómeno, sin embargo, se escucha la misma refrita excusa de que aun los rosados no tienen el nivel; y es posible que, para los azules, nunca lo tengan.
- Hay una mano invisible que gobierna todo: en este mundo las desigualdades que se dictaron como obligatorias, se vendieron como naturales. Y aunque la ciencia ha demostrado que las diferencias entre rosados y azules (y otres) no debería dar lugar a la jerarquización de la vida, los azules y los rosados aliados de los azules (porque obviamente tal y como lo decía un rosado luchador: «El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos») insisten en que son fuerzas históricas, naturales, INCONTROLABLES.
Sus respuestas fueron en total desacertadas y estos grandes maestros azules no leyeron a su público, no se tomaron la molestia de ver las caras de los asistentes de su propio evento, tal vez porque era más importante mirarse a sí mismos; tal vez es lo que han hecho siempre. Tal fue el desastre que incluso algunos azules más jóvenes —de esos que de pequeños soñaron con ser los maestros azules— no tuvieron más opción que levantar la voz y pedir que se retractaran. Esto hizo entrar en cólera a los azules del CINCO, se vieron caras desfiguradas, gritos, suspiros y solo supieron defender su postura, guardar silencio, descargar culpas en otres, incluso en personas de su público o reducirlo a un problema de regiones.
The show must go on
Luego de esta caída espectacular y un receso en el que se señalaron a los rosados con más ahínco por fragmentar las verdaderas luchas, por también participar del azulismo estructural —como si esto fuera una opción para los rosados— y por hacer estas preguntas impertinentes sin antes haberse tomado la molestia de enseñarles a los azules la importancia de esta lucha —como si alguna vez la hubieran querido aprender o escuchar la lucha rosadista— se hace un gran cierre del evento haciéndole un homenaje a uno de los grandes maestros azules. Los azules un poco más jóvenes habían preparado un homenaje en vídeo, discursos, un premio. Mientras pasaba todo esto los azules del CINCO entraron en un estado de conmoción, ya no se vieron sollozos, sino llantos reales, sus voces temblaban de la felicidad y el orgullo, se abrazaban, se miraban incluso con amor. Esto me hace recordar la palabra de otro pensador rosado:
A los azules les gustan los azules. Nos explican todo el rato cuánto les gustan los rosados, pero los rosados sabemos que no son más que palabras. Se quieren entre azules. Se follan unos a otros a través de los rosados, muchos de ellos piensan en sus amigos mientras la meten en un coño. Se miran a sí mismos en el cine, se dan los mejores papeles, se sienten potentes, fanfarronean, alucinan de ser tan fuertes, tan guapos y de tener tanto valor. Escriben unos para otros, se felicitan mutuamente, se apoyan. Tienen razón. Pero de tanto escucharles quejarse de que los rosados no follan bastante, de que no les gusta tanto el sexo como haría falta, de no entienden nada, acabamos preguntándonos: ¿a qué esperan para darse por el culo unos a otros? Venga. Si eso os puede devolver la sonrisa, entonces está bien.[1]
El gran maestro azul pasa al escenario a agradecer por este bello homenaje —uno que no ha tenido nunca un rosado, obviamente, aunque la respuesta de un azul de este colectivo sería que no hay un rosado tan maravilloso, que no hay un rosado merecedor— y por un momento los rosados tuvieron la muy pequeña ilusión de que dijera algo sobre la desigualdad entre rosados, coloridos y azules, de que el receso hubiera servido para recapacitar un poco sobre esto. Esperaban una palabra, algo, un gesto, pero no pasó nada diferente a lo esperado, recibió el premio entre llantos y siguieron en su rito amatorio que no era más que el final de este show.
Final imaginario 1: lo que espero que pase
Algunos coloridos, otros azules jóvenes y, espero que, todos los rosados decidieron que ese colectivo tal vez si sea imaginario y que lo mejor es que se quede así. Que hacer parte de ese colectivo no es un fin deseable. Los coloridos, rosados, jóvenes azules tal vez quieran muchos colectivos reales incapaces de ver a sus semejantes con desdén y ya no consideran que unos deben ser sirvientes de otros. Un rosadismo para el 99%[2].
Final imaginario 2: ucronía
Los señores azules entienden que sus respuestas estuvieron mal. Entienden que en lo que en realidad hicieron es defender y proteger sus privilegios de azules y que la respuesta correcta a la pregunta más fácil que recibieron en esa conversación es: tienes razón no hay rosados en nuestro CINCO y es una falta nuestra porque nunca nos preocupamos por esto, pero lo queremos cambiar y por lo tanto invitamos a todos los seres de esta profesión que quieran pertenecer a nuestro colectivo imaginario a que se unan y pensemos y discutamos todas las desigualdades —incluso esta que nunca nos ha interesado—. Lastimosamente esta pequeña ucronía no fue y tal vez ese fue el momento en el que los grandes maestros azules se desvanecieron ante nuestros ojos y realmente se hicieron imaginarios.
Recordatorio
Recuerden que esta historia es imaginaria. Repito, esta historia es imaginaria: NO existe. Pero tengan cuidado, les recomiendo que no digan tres veces CINCO delante del espejo a media noche, no sabemos que otros fantasmas imaginarios se nos aparecen a seguir justificando lo injustificable.
[1] Despentes, Virgine (2018). Teoría King Kong. Random House. P. 165. Las palabras en cursiva han sido cambiadas.[2] Ver Arruza, Cinzia., Bhattacharya, Tithi., Fraser, Nancy. (2019). Feminismo para el 99%. Un manifiesto. Rara Avis